DERIVA (2010)

“El andar condicionaba la mirada, y la mirada condicionaba el andar, hasta tal punto que parecía que solo los pies eran capaces de mirar”.
Robert Smithson

La capacidad reveladora que encripta el enunciado de la muestra de Federico Ruiz Santesteban, sólo evidencia los móviles nada inocentes que pautaron sus tácticas, alentaron sus registros y arriesgaron sus formatos. Productos de un Grand Tour en código presente, la mirada no descansa en su impecable técnica sino que resulta de la vigilia incisiva del paseante atento. De la abstracción desafiante de quien busca pero se embriaga en suspenso con el tiempo y el espacio que ocupa.

Actitud que respira aquel flâneur que Walter Benjamin en su Libro de los Pasajes encontrará vagabundeando en la trama medieval del desgarrado París, gritando quizás a la modernidad implacable y que Marshall Berman en su Todo lo sólido se desvanece en el aire reencontrará con el espacio público de los grandes Bulevares.

Pero Deriva más que errabundeo devela una acción. Como la Visita a Saint-Julien-le-Pauvre de Tristan Tzara y su séquito dadá que resultara antesala conceptual a las derivas que en la década del 60 activaron a los situacionistas en las mismas calles parisinas. A través de nuevas cartografías surgidas de experiencias psicogeográficas, gritan ante la hipnosis espectacular que diluye al hombre que juega. Pero en cambio la “deriva” que convocan estas imágenes construye un mapa que celebra su tiempo presente, que juega con él, en el que las preguntas se dirigen quizás a sus mundos introspectivos, sus ímpetus contenidos y su soledad. A un hombre enfrentado hoy a la agridulce y perturbadora experiencia de lo público.

Fotografías deudoras de otras pasiones: la arquitectura, la ciudad. No sólo por la selección intencionada de quien bien las reconoce, sino por la elocuente capacidad de revelarlas, de contenerlas. Fotografías que se suman a la street photography de Doisneau, Winogrand, Friedlander, Cartier Bresson, Turpin y tantos más. Imágenes que pudieron ser otras, rostros que pudieron ser diferentes, lugares que pudieron ser muchos; ahí quizás anida la mágica capacidad de la deriva: ¿quién descubre a quién?, ¿quién resiste a quién?, ¿quién viaja hacia quién?

Montevideo, Noviembre de 2011. Arq. Marcelo Roux